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LA AMARGA REALIDAD DE LO DULCE

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Sorprendentemente para todos múltiples estudios científicos nos confirman la toxicidad de la fructosa.

 

Es una pena constatar que, sin duda alguna, el azúcar es tóxica (porque contiene un 50% de fructosa y 50% glucosa) y lo que es peor es que casi casi todos somos consumidores de esta molécula.

¿A quién no le gusta lo dulce? Podemos decir que a todos nos gusta porque de forma ancestral los seres humanos contamos con receptores específicos para el dulce.

 

EL SABOR DULCE era la forma en que reconocíamos si un alimento estaba en buenas condiciones o no.

 

Pues bien, los resultados demuestran que la fructosa se puede considerar como una sustancia tóxica y dañina para el cuerpo humano porque sólo puede ser metabolizada por el hígado en forma de lípidos.

 

Su consumo se relaciona ahora por la endocrinología más avanzada con el hígado graso, grasa visceral, colesterol, triglicéridos, diabetes tipo 2, presión arterial, enfermedades cardiovasculares e incluso la demencia y Alzheimer.

Se calcula que su consumo desmedido es determinante en el incremento exponencial del síndrome metabólico a nivel global. Es una de las mayores causas de muerte actualmente a nivel global y se incrementa exponencialmente cada año.

Tanto es así que por primera vez en la historia de la humanidad, las nuevas generaciones se les calculan una esperanza de vida inferior a la de sus padres.

 

¿Por qué el azúcar, que ha estado junto a nosotros durante miles de años, ahora se ha convertido en una sustancia tóxica?

 

Lo que ha cambiado no es el azúcar o su hermana más barata, el jarabe de maíz, lo que ha cambiado es la cantidad de fructosa que consumimos de media.

Tanto niños, jóvenes como adultos consumimos algún tipo de producto con fructosa como refrescos, zumos naturales o embotellados, pan empaquetado, salsas, bollería, dulces y en general el 80% de todos los alimentos procesados.

 

Saltan las alarmas en la industria de alimentos procesado ya que añadir fructosa, jarabe de maíz o azúcar es una práctica habitual para hacer más apetecibles e incluso podríamos decir adictivos sus productos.

Ahora se plantea un gran conflicto ya que también serán responsables de cuestiones tan serias como la retención de grasa en el hígado, sobrecarga de las mitocondrias que provoca cansancio, obesidad y, más allá, todas las graves consecuencias del síndrome metabólico.

No hace mucho, en los años 90, los científicos descubrieron una nueva hormona llamada LEPTINA que tiene la función de informar al cerebro que ya está saciado y ya no debe comer más. Cuando ingerimos fructosa sin fibra, (como por ejemplo en los zumos de frutas) afecta también a la leptina y el cerebro no puede reconocer que está saciado produciendo ms insulina y así se crea un círculo vicioso que favorece la ingesta excesiva.

 

¿Qué podemos hacer entonces?

Como ya sabéis muchos que nos seguís, nuestras recomendaciones generales para estar saludables y energéticos es eliminar los dulces y la bollería, comer más verduras hervidas, sopas sin fideos, pescado al vapor y fruta pero no en forma de zumo sino con toda su fibra ya que la fibra neutraliza el efecto tóxico de la fructosa y, por último, combinar estos consejos con actividad físico-muscular para mantener una vida sana y equilibrada.

 

 

Prof. Enrique Rangel

Director Técnico Grupo Lamdors-ITCE

 

Publicado en: Press

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